2011/04/19

Bien Hecho

La frase “Resérvalos para los bien hechos” es una conocida tradición culinaria que se remonta a tiempos inmemoriales. La carne y el pescado cuestan dinero; cada plato de comida debe venderse tres y hasta cuatro veces más caro de lo que cuesta para que el chef pueda ganar el porcentaje que le corresponde. 

¿Qué ocurre entonces cuando el chef encuentra una pieza de carne correosa, bastante parecida a una suela de zapato, que ha ido empujando repetidas veces al fondo del refrigerador? Lo puede tirar, claro. Puede llevarse esa carne para alimentar a su familia (que es lo mismo que tirarla). O puede reservarla para los bifes “bien hechos”. Y servírsela a algún idiota que prefiere comer su trozo de carne o pescado tan bien hecho que no se note que ese aspecto de suela de zapato ya lo tenía antes de lucir carbonizada. 

En general, cualquier chef que se respete detesta a esa clase de cliente porque lo obliga a arruinar un plato respetable. ¿Por qué no darle sobras, entonces?

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