No como en restaurantes con baños apestosos. Es una de esas decisiones irrevocables. Si el restaurante no se preocupa por reemplazar el rollo de papel higiénico o las toallas descartables, por mantener limpio el inodoro y el piso, imagínate cómo estarán los refrigeradores y las mesadas, a las que no tienes acceso.
Los baños son relativamente fáciles de limpiar; las cocinas no. Si ves al chef sentado en la barra y mal afeitado, con el delantal sucio y medio pulgar metido en la nariz, ya puedes dar por sentado cuáles son sus métodos a la hora de cocinar. ¿Tienes la impresión de que tu camarero acaba de levantarse luego de pasar la noche bajo un puente? Imagínate lo que puede llegar a hacer con tus langostinos.
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