Esta frase pasa de boca en boca, y muchas veces la gente nacida en nuestra tierra o el que vio la luz en otras latitudes, la repite porque es pura poesía ó porque refleja una particularidad de nuestro clima.
La mayoría no sabe que esas palabras sirvieron de titulo a una novela de José Rafael Pocaterra, y hay personas que llegan a atribuirle su paternidad al escritor valenciano.
Sin embargo, quienes han tenido más curiosidad por conocer de nuestra rica tradición cultural saben que fue Rafael María Baralt (1810-1860) quien llamó a Maracaibo “tierra del sol amada”, en su hermoso poema “Adiós a la patria”, escrito justamente cuando se ausentó apresadumbrado del terruño nativo. “No maldigas mi nombre, no me olvides”, dice Baralt después de lamentar que no verá mas “tu cielo esplendente, de purísimo azul y oro vestido”, ni “la altiva palmera”, ni “tus montes erguidos”, ni volverá a oír “el dulce acento de tu hijas hermosas”….
Trasladado a España, Baralt realiza allá su monumental obra literaria, y aunque la larga ausencia le empaña el vinculo con su Patria Grande y con su patria Chica, jamás llega a olvidar los afectos de la infancia, ni el perfil señero de la ciudad de sus angustiosas añoranzas, que el llamara en un momento de lirico arrebato, “TIERRA DEL SOL AMADA”
La Mandoca del Ayer
Mandoca es hablar del pueblo zuliano o más bien del Maracaibero. Ana Paula Delgado fue mi abuela de crianza, nació el 15 de julio de 1925. Ella me contó que a la edad de 13 años ya sabía hacer Mandocas, contaba que la Mandoca era como un ser vivo en sus manos. Al escribir yo recuerdo el aroma de la Mandoca en sus manos, mientras hablaba conmigo su mirada se perdía en las memorias de aquel Maracaibo de ayer.
Mi abuela cuenta que desde muy temprano estaba en la cocina haciendo un poco de café y unas Mandocas, desde su ventana escuchaba a los pregoneros gritando: “plátano, plátano muy maduritos están” y “yuca, yuca que rica esta”, escucharlos era cosa común en aquellas calles de Maracaibo donde podías encontrar carretas llenas de cualquier cosa, había frutas, yuca, cilantro, pan, y hasta un poco de coco y mojito en coco. Caminar Maracaibo es como saborear aquellos sabores y aquel Maracaibo de Ayer.
Doña Ana me contaba que para hacer las Mandocas necesitaba dejar un kilo de maíz en remojo durante toda la noche, tempranito en la mañana se le retiraba el agua y luego se procesaba en el molino. Después se buscaban 5 plátanos bien maduros, como diría la abuela bien negros, se pelaban y se incorporaban a la masa de maíz. Posteriormente se agregaban a la masa el clásico queso Palmizulia rallado y el consabido papelón. Finalmente se agregaba un toque de sal al gusto y se dejaba reposar la masa.
Con la masa lista se hacían unas roscas en forma de “v” y luego se entrecruzaban las dos puntas. Luego se freían las roscas y se retiraban al dorarse. Para servir se le acompañaba con queso rallado y mantequilla.
Umm!!!!! Que delicia
Aplausos.
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